jueves, 29 de noviembre de 2012

Lleno de luna.

Subí la escalera, 
tus labios en el cosmos.
Jugamos a reír, 
el llanto era un escena más.
Te quiero desnuda, 
pero antes de prejuicios.
Vi una cama voladora, 
el amor la hizo.
En mi cama sólo suceden cosas bellas.
Si te amara de verdad no te lo estaría diciendo, 
te lo estaría haciendo.
Hoy me lleno de luna.


@Andreas_von


martes, 27 de noviembre de 2012

Amarnos.

Amarnos, 
ese lugar oscuro donde nos encendemos.
Los labios del silencio son los más dulces, 
su beso me trajo una paz de miel.
Tirado en el pasto de una nube, 
desde aquí todo huele a abismo sagrado.
Mi desnudez desata mis nudos,
Me lanzo a la profunda consciencia,
¿Y por qué no? 
Quizá cuando realmente amamos, callamos.
Quizá cuando callamos realmente somos.


@Andreas_von


Besarla a ella.

‎... Y resulta que besarla a ella es llegar y partir, nacer y morir, ser y no ser, así como tantas cosas que para entenderlas antes hay que besarlas en la vida misma... Y así, besarla sigue siendo aquello que nunca puedo alcanzar, porque si así lo hiciera ya no andaría ahora reclamando sus besos en silencio...

@Andreas_von


sábado, 24 de noviembre de 2012

Beso silencio.

Aprender a lavar la lengua con otra lengua, 
el silencio es nuestro beso.
Los pies son caminos, 
ellos van en dirección nuestra.
De la oscuridad soy el fuego negro, 
lo encendí yo.
Ahora no es cuando, 
ahora es ahora.
Ojo de gato, 
miedo sublime, 

cierro mis ojos,
soy el gato.
Amo el beso con el que siempre traes la primavera,
florecer entre nos.
Tu rincón me calla,
oscuro decidí morir mudo.
Brinco desnudo,
el abismo es volver a vestirme.
Tengo labios cuando te beso,
Somos silencio.





@Andreas_von






viernes, 23 de noviembre de 2012

Me rompiste.


No sé cómo me rompiste,
Quizá por fechoría tuya o por necedad mía,
Pero me rompiste.
Ante todos los posibles,
Nada.
Absolutamente nada me trae de vuelta la orilla de tu sonrisa.
Ahora sé como se siente la espuma sola en la arena
Ahora sé como se siente el rio cuando se seca
O cuando la sed me seca la lengua.
No sé cómo pero me quebraste,
Quien sabe por qué,
Pero me quebraste.
Ya poco importa en este segundo muerto
Las excusas de los minutos venideros
Porque ante todos los posibles,
Nada.
Ahora, marchito.
Ahora, me cubro con el manto de mi propia noche.
Quizá por fechoría tuya o necedad mía,
Quien sabe por qué…
No sé cómo pero me rompiste,
Ahora sé. 

@Andreas_von


martes, 20 de noviembre de 2012

El perro, Parte 4.


He querido escribir sin ideas previas, estructuras ni márgenes, un cuento de asociación libre que ha llegado a esto que he publicado, aquí una serie de partes que aún no encuentran fin y quizá jamás lo encuentren, eso lo sabe el mismo cuento.  
Así comienza; 

Parte 1.
Buscando aquella perra perdida en medio del desierto encontró un hueso bajo un árbol  y se preguntó si será que la perra que buscaba había muerto ahí, sola y hambrienta. Siguió su búsqueda bajo el intenso sol y no encontró más que arena y raíces secas. Al darse cuenta que su búsqueda sería infructífera dio media vuelta, enterró el hueso en la tierra, levantó una pata y lo orinó. Años después medio perdido en ese mismo desierto su viejo olfato lo llamó. Mirando a lo lejos, un hueso sobresalía de la tierra. Se acercó lento y desconfiado pero el hueso se hacía cada vez más grande. Al llegar al hueso éste era del tamaño de una locomotora otorgando una cómoda sombra en medio del árido desierto. Acurrucado en la sombra recordó aquella perra que nunca encontró. Triste se durmió sin darse cuenta. A media noche despertó asustado y sintió un frío de muerte. Miró a su alrededor y el enorme hueso había desaparecido, se halló solo en la inmensidad de la noche y el desierto. Contempló las estrellas tranquilamente sintiendo una paz que hace mucho tiempo no hallaba. El miedo de estar solo en el desierto comenzó a desaparecer como también el frío a medida que comenzaba a disfrutar de las sensaciones que le entregaba el hecho de estar en medio de la nada. Miró a lo lejos y ayudado por la luz de la luna que asomaba por los cerros vio que algo se movía. No podía ver con claridad pero parecía ser algo similar a aquella perra que buscaba durante tanto tiempo. Su corazón comenzó a palpitar fuertemente haciendo que tomara la decisión de acercarse lentamente. A medida que se acercaba las estrellas comenzaban a desaparecer y la luna retornaba a los cerros. El arena y el aire comenzaban a ponerse más pesados. Pensó que si lanzaba un pequeño ladrido quizás podría llamar su atención pero no dio resultado. Se detuvo, comenzó a sentir frío, y miedo nuevamente. Estaba tan cerca que notó que aquella forma estaba dándole la espalda. El tiempo parecía detenido, nada sonaba, nada se hacía notar más allá que este ser que tenía en frente y que poco a poco, lentamente comenzaba a darse la vuelta para verlo de frente. Un respiro hondo le hizo sentir que el corazón latía fuerte sin saber si era miedo o una bella emoción. En su interior el tiempo parecía ir tan lento que se sentía prisionero de él, pero su corazón latía cada vez más fuerte. Todo era lento, pero por dentro todo corría desesperadamente por saber si realmente encontraba aquella perra perdida. Mientras ella volteaba tan lentamente, todo lo que le rodeaba comenzaba a elevarse, piedras, arbustos, insectos escondidos, su pelaje empezaba a moverse como si un viento interno lo moviera hacia fuera de su piel erizándolo por completo. Sus patas comenzaban a despegarse del suelo, intentó generar peso para mantenerse en el piso pero fue imposible, era cada vez más liviano. Al verse flotando sobre el suelo descuidó la mirada y aquella forma que lo atrajo ya no estaba presente, en ese momento cayó de golpe al suelo al mismo tiempo que todas las cosas que vio flotando a su lado. Aturdido por el golpe, sin entender que sucedía y débil no pudo más que recogerse e intentar descansar. Mientras intentaba acomodarse para darse calor intentaba comprender, y se dio cuenta que no recordaba cuanto tiempo llevaba en el desierto y peor aun, había olvidado por qué buscaba a esta perra que seguramente había muerto hace ya mucho tiempo, así se quedó dormido en medio de la noche y el desierto.


Parte 2.
El primer rayo de luz del sol lo hizo despertar bruscamente, algo confuso intentaba recordar lo pasado la noche anterior y dudoso de la experiencia no sabía si dar crédito a lo que había ocurrido creando en el una duda angustiosa. Al verse solo en medio del desierto decidió comenzar a caminar nuevamente. Eran kilómetros interminables de arena y el sol insistía con su calor insoportable. Aun así, era mejor seguir caminando sin rumbo que estar parado esperando a que nada sucediera o peor aun, morir en medio de la nada. Mientras caminaba a lo lejos algo brillaba con intensidad nublando su vista, al llamar su atención se propuso llegar hasta aquel lugar que parecía llamarlo. Sus patas cansadas por caminar en la densa arena dan pasos torpes, y uno de esos pasos pisa sorpresivamente un objeto a medio salir de la arena. Era el marco de un cuadro que enmarcaba el retrato ilegible de un hombre. El arena y el calor habían desgastado tanto la imagen que difícil era identificar quien era. Siguió caminando, un par de pasos más adelante un elegante traje de caballero colgaba de la nada. Dando vueltas alrededor del traje intentaba buscar de donde colgaba y nada parecía sostenerlo. Simplemente flotaba en el aire. Comenzó a sentir algo de miedo, pero no tanto como para arrancar, sino el miedo suficiente como para sentir curiosidad y seguir acercándose a aquel brillo que llamaba su atención. Mientras caminaba sus patas dolían pero intentaba no hacerle caso al dolor ni al cansancio, lo que estaba viviendo de cierta forma lo tenía asombrado y entretenido, no sabía que el dolor de sus patas no era por el simple cansancio, había algo más que desconocía. De lejos escuchaba un sonido constante, un tic tac que se hacía cada vez más fuerte a medida que caminaba. Un reloj tan grande como un campo de fútbol estaba funcionando y moviendo sus manecillas de cara hacia el sol. Quiso bajar a la superficie del reloj y asustado se percató que sus patas traseras ya no eran sus patas sino los pies desnudos de un hombre. Sin entender lo que sucedía y con el sonido ensordecedor del gigantesco tic tac del reloj sólo movió los pies para lograr pisar el reloj con torpeza, éste con el calor del sol hervía y comenzaba a quemar sus pies humanos y pensó que sería más rápido si aprovechaba de subir al minutero que lo llevaría hacia el otro extremo sin hacer esfuerzo. Así lo hizo, sentado sobre el minutero gigante, entre segundo y segundo con los fuertes sonidos de la maquinaria del reloj avanzaba, pero mientras estaba sentado observando y tratando de entender todo lo que veía lo que quedaba de sus muslos comenzaban a transformarse en las completas piernas de un ser humano. Al bajarse en el otro extremo del reloj y llegar al piso se percata del cambio que continuaba invadiendo su cuerpo, cae al suelo asustado mientras observa que las piernas humanas se unen a su cadera canina cada vez con más dolor. Tirado en la arena y con espanto aúlla sabiendo que nadie puede ayudarlo. Las grandes manecillas del reloj se detienen provocando un silencio que hacen callar su aullido. Intentando entender queda tendido en la arena, respirando rápidamente y aun asustado. Convertido en un can con extremidades humanas y sumido en el pánico intenta levantarse con dolor y dificultad cayendo una y otra vez en la arena caliente. Todo era difícil y su desesperación lo llevo a pensar que esto quizás era morir. Pero ¿por qué no moría de una vez y ya? ¿por qué pasar por esto tan doloroso y confuso? ¿cuál era el sentido de pasar por esto después de haber comenzado a buscar una perra perdida? Nada tenía respuesta y al parecer todo se ponía peor.


Parte 3.
Arrastrándose por el arena e intentando mover las piernas avanzaba retorciéndose y gimiendo. El sol sin piedad no dejaba de quemarlo todo, atrás el gigante reloj era despedazado y tragado por la arena generando un ruido estremecedor. Mientras se arrastraba alejándose de aquel lugar el arena comenzaba a colocarse más brillante y gruesa, entre sus granos se escondían pepitas de oro. Todo era una burla, pepitas de oro en medio del desierto. Difícilmente intentó mirar el sol y notó que este no se estaba moviendo, llevaba horas en el mismo lugar lo que no sabía si era mejor o peor, desconocía qué podría pasarle durante la fría noche pero tampoco sabía si era mejor tener ese sol abrazador por un tiempo indefinido. Delante de él había una caja, con su hocico la abrió y encontró un par de zapatos. Dejó la caja y siguió arrastrándose sin destino por la arena caliente. De pronto como ya comenzaba a hacerse costumbre de la nada en el cielo un águila dorada surca el cielo gritando con fuerza. Cegado por el sol sólo alcanza a ver sus enormes alas pasar sobre él. Del otro extremo del cielo un murciélago gigante aparece en dirección al águila. Ambas aves se cruzan en una pelea sangrienta justo sobre su cabeza, dando aullidos y mordiscos. Se precipitan a metros de su único espectador. Intentando dificultosamente acercarse llega a ellas pero ambos se han unido en una masa humeante como si fuera un tronco recién sacado del fuego, al apagarse, dentro de este un huevo aflora de las cenizas. Poco a poco el cascaron se rompe para dar nacimiento a un pequeño fénix. Ambos se quedan mirando mutuamente en medio de un desierto sin tiempo. Aquella mirada le pareció eterna, sintió en ella una paz que no sentía hace mucho tiempo, la cual había estado tan escurridiza en su vida. El ave corre y aletea intentando volar, entre un par de intentos logra perderse en el seco horizonte. Sin darse cuenta las piernas ya no le dolían y podía moverlas con un poco de incomodidad, y como nada sabía de equilibrio por lo que en varios intentos por levantarse terminó en la arena. Al lograr levantarse y con dificultad camina por el desierto con rumbo incierto, no había referencia de nada, caminar o quedarse quieto era lo mismo, pero frente a las extrañas cosas que se le presentaban al parecer lo hacían moverse hacia un destino más incierto que algún pueblo o cuidad. Como el sol estaba detenido en el cielo no había referencia del tiempo, por más que caminaba parecía no moverse a ninguna parte. Sus piernas ya lograban coordinar bien sus movimientos, incluso disfrutaba de sentir el arena caliente en la planta de sus pies, sentía el calor de otra forma, lamerse los muslos comenzaba a ser relajante. A lo lejos, una figura difícil de distinguir por el calor se acercaba, poco a poco tomaba la forma de un hombre vestido de esmoquin y con un maletín, al cruzarse ambos se miraron sin cruzar palabra alguna, no era necesario, sus miradas fueron tan profundas que evitaron cualquier dialogo. Ambos siguieron su rumbo sin detenerse. Al llegar a lo alto de una gran duna un fuerte colapso nuevamente lo lanza al suelo y retorcido de dolor su pecho y patas delanteras adquieren lentamente forma humana. El latido de su corazón cada vez más fuerte parecía retumbar en todo el desierto y mientras aullaba sus patas se transformaban en fuertes brazos. Tirado en el suelo de cara al sol esperando que el dolor de su transformación se detuviera el suelo comenzaba a temblar, a lo lejos podía ver como la tierra se abría de par en par tragando arena. Asustado se pone de pie y comienza a correr, la tierra se movía dificultado cada vez más el escape. A lo lejos pudo ver un puente que separaba el desierto con un gran pedazo de isla flotante en el aire. Intentó correr más fuerte concentrándose en sus piernas y moviendo los brazos, se sorprendió de la velocidad que alcanzaba mientras aun detrás de él la tierra se caía con un ruido estruendoso. Asustado miró hacia atrás y no logró ver el horizonte, a solo metros de él todo parecía ser tragado por un fondo sin fin. A su espalda todo parecía una boca gigante tragando y tragando arena. El puente estaba cada vez más cerca y logró notar que un abismo separaba esta isla flotante del desierto que caía y caía detrás de él. Antes de que la tierra sobre sus pies cayera logró saltar al puente alcanzando a sujetarse con los brazos en la orilla de este viendo como las dunas y tierra caían a un abismo sin fin. El puente y la isla flotaban en medio de una nada iluminada por un sol quieto e intenso. Sus pies colgaban y por un momento quedó colgando para luego encaramarse y quedarse en el puente observando un horizonte sin referencias. Al ponerse nuevamente de pie y comenzar a caminar hacia la isla que unía el puente comenzó a notar un dolor en la cabeza.

Parte 4.

Su hocico comenzaba a transformarse, se movía de un lado hacia otro como si tuviera vida propia, su nariz se achicaba y su mandíbula crujía. Aullaba de dolor mientras tocaba con sus manos su rostro y el eco de sus aullidos sonaban en la inmensidad de una isla que flotaba en el aire caliente. Caído sobre sus rodillas se retorcía de dolor ante el crujir ensordecedor de su cráneo para finalmente caer derrotado al suelo, desnudo y exhausto cae en un profundo sueño mientras atardecía.
El frío de la noche lo despertó, boca abajo comenzaba a respirar rápido a medida que recordaba el doloroso suceso antes de caer al suelo, con las manos que aún no reconocía como suyas intentó levantarse colocándose de rodillas. Tocó su rostro con las manos e intentó usar la lengua para llegar a su nariz como solía hacer pero ya no pudo. Las cosas olían distinto y el frío atacaba más fuerte. La negra noche contrastaba a las estrellas que lo hicieron detener su miedo por un instante y comenzar a contemplarlas totalmente asombrado, en aquellas luces una sensación de bienestar lo tranquilizaba y con su nuevo rostro esbozaba su primera sonrisa. Convertido en un hombre se coloca de pie y termina de cruzar lo que quedaba del puente que lo separa ahora de un hermoso vacío lleno de estrellas sobre su cabeza y bajo sus pies, una isla flotando en medio del universo, nada quedaba a su alrededor y todo parecía achicarse mientras él cambiaba bruscamente. Caminó adentrándose en un bosque que brillaba desde lo lejos como si las estrellas que se veían pequeñas en la noche se hubieran posado sobre la copa de los arboles. Mientras se acercaba la sensación en la planta de sus pies, el aire fresco en su rostro y la nitidez con que veía su entorno parecían entregarle paz y serenidad, algo muy distinto a lo que vagamente recordaba de sus andanzas en cuatro patas. Caminando entre los frondosos arbustos iluminados el sonido de los grillos parecía la orquesta perfecta para sus nuevos oídos, mientras más se adentraba hacia el interior del bosque el sonido de los grillos era más fuerte creando un coro nocturno que lo atraía sin saber con certeza a qué se acercaba. De fondo, entre las ramas y hojas el brillo de algo parecía unirse al estimulante sonido, parecía que todo formaba parte de una atracción inevitable que lo hacía caminar lentamente y sin resistencias. Detrás de la vegetación un pequeño lago que centellaba y brillaba desde su interior una luz directo hacía las estrellas, al llegar los grillos cesaron su canto y mientras se acercaba las estrellas se apagaban dejando la misteriosa luz del lago iluminar el cielo. Llegó a la orilla donde logró ver una luna en su interior e hipnotizado por su belleza se acercó hasta verse a si mismo en el reflejo del agua. Hizo un par de movimientos para cerciorarse de que era su reflejo y se arrodilló para verse más de cerca, reconoció su mirada y recorrió cada uno de los rincones de su cuerpo y su rostro, finalmente sonrió y ahí la luna le habló;
¿Quién eres? .- Dijo la luna con voz imponente.

No lo sé.- contestó tímido y mirando de reojo a la luna.

Si no sabes quien eres poco importa saber a qué has venido ¿o acaso lo sabes?.-  Dijo la luna.

No, tampoco lo sé. Me han ocurrido tantas cosas que ya no recuerdo quien era y tampoco sé quien soy ahora, aún así me siento bien aquí.- Contestó inhalando fuertemente el aire.

Después de un largo silencio la luna dijo:
Conozco tu recorrido, sé por lo que has pasado y te diré una cosa; Eres libre al fin pero cuidado, también tus deseos pueden encadenarte, saber quien eres es también ser esclavo de uno mismo. Es aquí donde debes escoger, vivir aquí flotando en medio de esta hermosa nada o seguir el rumbo y lanzarte a estas aguas y continuar el viaje. Si te quedas aquí solo tendrás esta pequeña porción de tierra, bella pero limitada y si te lanzas sólo dependerá de ti ver que tan lejos puedes llegar y que tanto puedes tener.

Inmóvil y pensativo respondió;
La verdad no lo sé, he sufrido tantos cambios y me he maravillado con tantas cosas que me propones algo que me confunde más aún, he llegado hasta aquí no porque quisiera sino porque ha sido el destino quien me trajo.

¿El destino? Gritó la luna.- El destino no te ha traído hasta aquí ¿o es acaso que cada paso que diste no lo diste tú? Bien podrías no haber escogido subir a ese reloj o haberte quedado durmiendo bajo el sol. Nada te ha obligado a llegar hasta acá, quizá estás aquí de pié porque así lo quieres o mejor aún, porque lo necesitas.

¿Necesitarlo? Contestó extrañado.- ¿Por qué he de necesitarlo? ¿Es acaso el cambio una necesidad? ¿Todo lo que he sufrido es una necesidad? No entiendo, me cuesta concebir que estoy aquí porque lo he deseado.

Míralo de esta forma.- dijo la luna.- lo que te ha ocurrido te ha permitido ver y vivir algo nuevo y has salido de tu habitual rutina, ahí tirado como un perro bajo el sol, buscando el aroma de una perra perdida, usando tus deseos animales, y mírate ahora, erguido, pensando y hablando. ¿No es acaso un buen cambio?

Puede ser, tienes razón en eso. No recuerdo mucho pero tengo claro que antes no era nada de esto y menos pensaba de esta forma, seguramente estos cambios han hecho de mi algo más desarrollado, pero eso no lo escogí, insisto, no fue elección mía, algo ocurrió fuera de mis posibilidades.

Bien, dijo la luna.- no todo es tu responsabilidad lo que no deja de ser interesante, algo hay fuera de ti que también sostiene lo que ocurre a tu alrededor.

Si, así es. Respondió con seguridad.

Aún así deberás escoger. Dijo con voz firme la luna.- O te quedas en este pequeño paraíso flotante sin horizontes con solo orillas que dan hacia el abismo o lanzarte a estas aguas y ver que tan profundo te llevan a la luz de mi mirada.

Un silencio tremendo se apoderó del lugar, se volvió a mirar en el reflejo del lago y contempló sus ojos por un momento, hipnotizado por el brillo que había en ellos, comenzó a sentirse débil cayendo al suelo en un profundo sueño.

@Andreas_von


Auto psico fotografía.


¿Cómo pretendía yo intentar por muy mínimo que sea tomar una foto al alma de una persona? ¿O a lo más interior que en esta esté ocurriendo si no soy yo mismo quien deba antes tomar su propia medicina? Así fue como un día de estos sentí el impulso, desperté sumamente feliz, tenía ganas de saltar, gritar y hacerlo totalmente desnudo. Había tomado cientos de fotografías a personas intentando sutilmente robarles algo de su verdad y ojalá algo de su alma quizá, ¿Y yo?, claro, me había tomado fotos con distintas intenciones pero nada más cercano a lo que yo mismo había creado, la psico foto y así me nació el brinco desnudo, y así me fotografié. Era importante que fuera fiel a la pulsión, al deseo más honesto, más autentico y le fuera fiel artísticamente para así hacer de la felicidad no solo una emoción interior sino que llevarla a la realidad con una expresión llena de libertad y por qué no, con belleza. De esta forma surge la psico foto, tomando nuestras emociones más sublimes, agarrando un trozo de alma brillante y plasmándola en una fotografía que intenta - por muy pequeño que sea – retratar nuestra belleza en su más amplio sentido literal o silencioso, sin juicios morales o éticos, el alma no necesita de esos limites, simplemente ser. Vernos a nosotros mismos después de tomar la foto, así libres incluso de nosotros es quizá la muestra diminuta y humilde de un alma llena de dicha. 

"La ropa oculta bastante la belleza pero no esconde la fealdad" 

El profeta. 
Khalil Gibrán. 






miércoles, 14 de noviembre de 2012

El águila y la serpiente.

El taller Énosis trabajamos la imaginería junto al psicólogo clinico y astrólogo Nicolás Arancibia que nos guió en una dinámica para conocer polaridades, de ese ejercicio me nació este poema;


El águila y la serpiente
han luchado para llegar al fuego
soy un murciélago que se desconoce
pero que habita en los ojos de los combatientes.
Caemos en la llamas abrazados por la consciencia
y nuestra cenizas crean un huevo sagrado.
Las estrellas y las raíces llaman al fénix salir del cascaron
renace un ave dorada
y grita el silencio más bello
la verdad de la inmortalidad
un yo que canta todas las lenguas
y un nadie que solo ama el todo.

@Andreas_von


martes, 13 de noviembre de 2012

Eclipse, Santiago de Chile.








Comparto con ustedes 3 fotografías que tomé del eclipse de hoy a las 19.50 hrs.

"La oscuridad no es ausencia de luz, sino el descanso de ella en nuestros rincones desconocidos".

@Andreas_von

Neura.

Disparada neura, 
loca bala mental, 
rompe el silencio de tu propia rigidez,
estalla pronto en la negrura de la nada,
hazte lejos,

resucita en un orgasmo sagrado,
Sacrilegio de amor propio,
Besa la paz de tu caída al vacío,
Neura, brota callada y luminosa.
Revive hacia dentro.






viernes, 9 de noviembre de 2012

Ceremonia de la serpiente, mi experiencia con la ayahuasca.



 Era el último día del evento, nos habían dicho a quienes queríamos la ceremonia de la serpiente que debíamos reunirnos en un lugar indicado a la puesta del sol. Desarmamos nuestras carpas y mientras desarmaba la mía pensaba y oraba a la planta sagrada, estaba concentrado en ella y una parte de mí estaba ansiosa y otra tenía miedo. Había leído mucho sobre la ayahuasca durante un año, también consulté a amigos cercanos que la habían probado en otros rituales chamánicos y por más que supiera datos la experiencia misma de vivir la ceremonia ancestral me daría la respuesta más cercana. Al terminar de desarmar la carpa sentí como si fuera un reo condenado a muerte y estaba en el día de su ejecución. Mientras caía el sol más sentía como la ansiedad y el miedo se mezclaban pidiéndome concentración, oración y meditación. Me despedí de algunos compañeros que desistieron de asistir a la ceremonia, algunos por miedo y otros porque aún no lo necesitaban, era necesario sentir el llamado de la planta medicinal, y fueron consecuentes con ellos mismos. Me senté en el suelo mientras el sol se iba y medité. Me convertí en la luz del sol que poco a poco iba acariciando lentamente lo que tocaba como si fuera un gran velo de seda y sentí una pequeña muerte, la entrega a lo inevitable, dar el paso en el vacío. Ahí me serené y mi mente encontró paz. Oré, pedí a la planta como me habían sugerido y así lo hice.
Solo tenía mi saco de dormir, una frazada y una botella con agua, habían sido explícitos en que debíamos llevar sólo lo necesario y que sobre todo haría frío porque estaríamos a la intemperie toda la noche y que después de beber la medicina nos daría más frio aún. Nos reunimos en una gran fogata todos aquellos que íbamos por la medicina, alrededor de ella se apegaron quienes podían lo más cerca con sus sacos, yo quedé muy atrás, lejos del fuego. Éramos varios de mi grupo pero poco a poco nos sentíamos más lejos, por lo menos yo quería alejarme, callar, concentrarme. Pasaron lista para ordenarnos y comenzar el ritual. Un hombre muy simpático, agradable y de notable acento mexicano dictaba nuestros nombres y nos hacía entrar al circulo sagrado que rodeaba y protegía al fuego. Extrañamente dijo mi nombre y apellidos sin errores cosa que ya me hacía sentir que todo andaba bien, me dieron un poco de tabaco para rezarle al fuego y entré acercándome a la gran llama que había frente a mi. Ahí sellé mi petición lanzando el tabaco al fuego y comencé a silenciarme. Me senté en el suelo y ordené mis cosas, me dieron un recipiente de plástico para vomitar porque la medicina suele ser muy fuerte y tiende a manifestarse con vómitos o diarreas, así sentado en mi saco, mirando el fuego comencé a esperar mi llamado desde el fondo donde un chamán preparaba la medicina bajo la luz de una tenue vela roja en el fondo del circulo en el que estábamos. El hombre mexicano nos dio unas breves indicaciones antes de comenzar, era importante saber algunas cosas antes del “trance” ya que en ese momento muchos se salen de si y pierden la consciencia cometiendo algunos errores como salirse del circulo sagrado y desprotegiéndose. Luego de esto llamaron a todos los hombres a hacer una fila frente al chamán que preparaba la medicina, ya era la hora, mi corazón comenzó a latir fuerte pero muy en lo profundo estaba muy feliz de estar ahí, había esperado ese momento por mucho tiempo, era tiempo de dar un nuevo salto a un nuevo vacío.
Mientras avanzaba paso a paso y mis compañeros iban recibiendo la medicina mi amigo Nap alias “el oso”, un gran psicólogo clínico y astrologo susurra en mi oído desde mi espalda; “mira que lindos los ojos del chamán”-, me fijé y era cierto, detrás de la mesa y la luz de la vela roja un hombre moreno, bajo y con un atuendo blanco miraba a los ojos uno a uno a quienes bebían de la medicina, sus ojos brillaban y su rostro me evocaba paz, serenidad pero sobre todo, amor. Avanzamos hasta faltar una persona para mi turno y sucedió algo que sólo en momentos místicos como estos puede suceder, miré hacia las estrellas y el cielo comenzaba a nublarse y una estrella fugaz cruzó por las nubes. Sonreí y dije; “ahí voy”. Me encontré frente a frente con el chamán, me dio una pequeña mirada y le sonreí. Introdujo un pequeño vaso en una cacerola y lo llenó con un liquido oscuro y espeso, lo colocó frente a su boca y lo sopló cinco veces moviéndolo en forma circular, volvió a mirarme y me lo entregó. Al recibirlo cerré mis ojos y lo llevé a mi frente, agradecido lo bebí, era fuerte, amargo, le di dos tragos y devolví el vaso al chamán con una reverencia. Me senté sobre mi saco en postura loto mientras observaba el fuego por un largo rato. Poco a poco comencé a sentir la necesidad de aislarme y me metí en mi saco, al hacerlo me reí porque recordé la metáfora de la oruga y era exactamente igual, preparándome para una mutación, un viaje interior. Estaba en paz acostado y la somnolencia comenzó a apoderarse de mi, me abrigué lo que más pude porque sabía que poco a poco iba cayendo en un estado donde estaría lejos de mi y quien sabe qué cosas haría, preferí ser cauto y abrigarme bien hasta que caí en el sueño. De pronto desperté asustado e intenté mirar la fogata pero no la distinguía con claridad, estaba distorsionada, tenía unas llamas enormes y la sombra de las personas eran muy largas, no escuchaba con claridad, una parte de mi estaba asustada por mi reacción ante el distorsionado efecto de mi realidad pero otra parte de mi me tranquilizaba haciéndome volver al sueño nuevamente, recostando mi cabeza en el suelo y mirar nuevamente el cielo. Eso era la primera muestra de que ya estaba bajos los efectos de la ayahuasca, según me habían contado percibir la realidad distorsionada era parte de sus consecuencias y yo ya estaba en ello. Mientras estaba en “trance”… (dicho esto significa que es muy probable que no recuerde la totalidad de lo vivido, ahora solo describo de lo que recuerdo y dejo en misterio para el lector y obviamente para mi parte de lo que ocurrió.) … perdí la sensación de la gravedad, pero no solo física sino una suerte de gravedad interior, de mi cuerpo sutil. Ahí me hallé en medio de una nada, no negrura sino una nada tranquilizadora que sostenía mi consciencia más profunda. Físicamente estaba dormido, dentro de mi saco, pero interiormente una consciencia tranquila estaba despierta, observándose a si misma en medio de una bastedad de si, como si los ojos o la mirada divina de mi propia consciencia se viera a si misma. El sentimiento de estar flotando dentro de mi me daba una tranquilidad absoluta porque no existía el abismo, el vacío ni el vértigo, sino una alegría calmada y sosegada al verme y sentirme dentro de mi en medio de un infinito que jamás había conocido. Parecía como si muy en lo profundo una paz gigantesca contrastara con pequeños pero muy presentes estímulos que provenían desde afuera, de la “realidad” donde yo estaba durmiendo, mi cuerpo físico se retorcía de dolor en el estómago, los deseos de vomitar no eran tan fuertes pero los sentía y peor aún, sentía los deseos de defecar pero intentaba controlarlo. Algo me hacía sentir que había una diferencia abismante entre mis percepciones sensoriales y un mundo interior inamovible, incorruptible, pacifico y sobre todo, dichoso que no se inmutaba frente a lo que ocurría fuera de el. Parte de mi consciencia podía verme desde fuera, como un testigo de mi cuerpo acostado en la tierra como una oruga que se retorcía para poder convertirse en mariposa y por dentro la misma consciencia disfrutaba de verse a si misma disfrutando de la paz y la dicha de si misma volando en un interior sin murallas. Desde dentro podía escuchar al resto de mis viajeros compañeros como se retorcían de dolor, gritaban como endemoniados o vomitaban en sus respectivos recipientes, y sin saber yo, frente a la fogata los abuelos que no alcance a ver antes de tomar la medicina cantaban para proteger nuestro viaje. Yo estaba dividido en dos mundos, el externo y el interno, pero ambos estaban siendo vividos y explorados por mi consciencia dichosa hasta que un momento todo se silenció, un sueño profundo durmió mi consciencia y me perdí. Luego de eso no supe de mi hasta que desperté al alba, con el olor de las cenizas y el frío de la mañana. Con mi mente clara, sin miedo, como si hubiese despertado del sueño más gratificante y en la cama más cómoda me estiré dentro de mi saco y sintiéndome como un águila alegre salí del saco y me puse de pie, abrí mis brazos al cielo y di las gracias porque sabía que todo había salido bien a pesar de recordar poco y que lentamente con el pasar de los días recordaría lo que me había sucedido. Me acerqué a las cenizas de la fogata, tomé un puñado con mi mano, lo miré detenidamente y lo soplé al viento. Caminé hacia mi amigo Nap que aún dormía en su saco y me quedé haciéndole compañía. Al rato todos despertaron, algunos aún estaban en otros mundos, caminaban con la mirada ida, no estaban aquí, quizá habían tomado más medicina porque la vela del chamán aún estaba encendida y eso significaba que aún se podía pedir más si uno gustaba, yo no quise, con esto ya era suficiente.
El sol ya comenzaba a calentar y el chamán comenzó a atender a algunos rezagados que necesitaban atención especial, los tocaba, cantaba y les escupía licor en el pecho. Luego de eso, unos cuantos nos pusimos a escucharlo, no se como surgió la charla con él, mágicamente comenzó a hablar y a trasladarnos con sus poéticas palabras a otro mundo, nuevamente comenzaba otro viaje, pero eso no es para escribirlo aquí, quizá en otro momento, en el momento en que vuelva a recordar sus ojos infinitos y la estrella fugaz que me dijo, “tranquilo”…

Con gran cariño a: 

Eustorgio Payehuage – Colombia, Putumayo Amazonas.
Hombre Jaguar, curandero del Amazonas Colombiano. Pilar de la ceremonia Raíces de la Tierra. Hoy es curandero y hombre sabio de la luz, considerado Hombre Medicina en comunidades sionas.

@Andreas_von


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