viernes, 28 de febrero de 2014

Invertir en emociones, Parte 3.

No sabemos qué sentimos sino que sentimos y luego lo sabemos, el lenguaje es posterior a lo que sentimos. Aquello que estamos sintiendo es un oleaje de un mar bravo o es la calma de un lago, sea como sea lo que estamos sintiendo tiene repercusión en nuestros pensamientos que lo llevan al lenguaje para poder expresarlo, sea hablado o no verbal, pero de una u otra manera se expresa.
Estando ya sumergidos en el mar o en el lago de nuestras emociones debemos- aunque suene extraño -soltar nuestro aire, ahogarnos en nosotros, dejar de retener el oxígeno con la idea de que nos salvará nuestra condición de seres poderosos o invencibles, esto claramente siempre cuando queramos trabajar en nosotros mismos a modo de autoconocimiento. Las emociones no son signo de debilidad sino una maravillosa herramienta de conocimiento y trabajo personal, son una compañía constante que en la medida de su vivencia plena nos permite recorrer nuevas dimensiones nuestras y si son nuestras es importante conocerlas.
Estar en la emoción al 100% puede no ser fácil debido a nuestra rutina diaria que fluctúa entre muchas otras emociones, pero lo que suele pasarnos es que también muchas de esas emociones terminan siendo opacadas por el pensamiento, por la razón o por la estructura que le damos a nuestro quehacer. Esto no está mal pero si necesita un ajuste, algo más de consciencia sobre lo que sentimos mientras pensamos, hacer una unión entre el lenguaje de nuestro cuerpo que percibe con los sentidos y el lenguaje de nuestra mente con los pensamientos. Cosa que muchos pueden creer que demanda más tiempo pero no, ser conscientes no demanda tiempo, pero si energía, y hoy por hoy vivimos en una sociedad global en la que la energía debe usarse para otras cosas como trabajar, hacer las comprar, ir al gimnasio o simplemente leer un libro. Esta energía que usamos para relacionarnos con el mundo exterior puede usarse de la misma manera y al mismo tiempo que con nuestra consciencia, es un proceso de interacción entre yo y el mundo y yo y yo, tanto el mundo interior en comunicación consigo mismo como el mundo exterior en comunicación con uno. ¿Cómo hacerlo? Pues más simple de lo que creemos. Muchas veces lo hemos hecho sin darnos cuenta y sobre todo quizá hace muchos años atrás cuando éramos pequeños; caminar conscientemente. Quizá muchos dirían "Claro, yo camino conscientemente". Obviamente todos caminamos pero no todos lo hemos hecho con una intensión clara en sentir cada paso, simplemente caminamos guiados racionalmente por un objetivo lo que de alguna manera lleva nuestra mente a conseguir algo que aún no tenemos aquí y ahora. El simple hecho de caminar no es solo moverse hacia un objetivo, sino que también es un constante "estar" porque donde quiera que nos movamos seguimos estando en nosotros y eso es lo que hay que lograr, estar en nosotros plenamente conscientes de nuestros sentidos, plenamente conscientes de nuestras emociones y también conscientes de la dirección que estamos tomando. Muy probablemente muchos no querrán ejercitar o probar algo así porque como ya dije antes demanda una concentración más grande y seguramente muchos pensarán que hacer algo así todos los días camino al trabajo o a la escuela les será muy demandante, pero no, después de practicarlo unas cuantas veces y hacer el hábito la mente lo incorpora casi de manera automática. Claro que me refiero a una manera automática a modo de que nuestra mente hace un proceso inconsciente de incorporación, eso no significa que luego no tendremos que poner de nuestra parte la energía vital para ser conscientes plenamente de lo que nos sucede mientras caminamos o nos dirigimos a algún lugar. El hábito está incorporado pero es esencial querer sentirnos y ser conscientes hasta el punto que podamos serlo.
Caminar, sentir cómo caminamos, identificar lo que pienso, sentir la interacción con el mundo, tener claro mi objetivo y darme cuenta de que estoy viviendo plenamente mi condición orgánica y presente puede ser quizá un verdadero lío para algunos pero es un gran trabajo y no es nada difícil, lo que hay que activar es la atención al paso consciente en conjunto con un pensar y sentir coordinados hacia un mismo fin; estar mientras te mueves.
Con este ejercicio simple se puede dar comienzo a no solo conocer nuestras emociones sino ir con ellas mientras hacemos algo tan común como caminar con un objetivo en mente, la idea de invertir en emociones significa que el tiempo y el espacio que usamos en dirigirnos a un lugar tiene un ingrediente a veces algo olvidado que es reconocer y ser conscientes de que nuestro estado emocional determina también lo que pensamos y de esa forma también nos lleva a nuestro destino envueltos en una emoción que puede ser distinta de lo que puede hacernos sentir lo que pensamos aunque suene contradictorio, pero eso sucede. Lograr unificar en el momento presente emoción, pensamiento y movimiento (cuerpo) se puede pero no porque sea difícil significa necesariamente que no puede volverse fácil más adelante.
Dejo el ejercicio para trabajarlo.
Éxito!


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lunes, 24 de febrero de 2014

Abrir la mente.

Típico; Aquellos que no pueden abrir la mente suelen tener problemas para cerrar la boca.


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domingo, 23 de febrero de 2014

Caminar distinto.

A veces, después de tanto caminar nos quedamos sin camino, cuando eso sucede es porque hemos insistido en seguir caminando siempre de la misma manera. Por lo tanto para que aparezcan nuevos caminos es menester comenzar a caminar distinto.


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sábado, 22 de febrero de 2014

Un final feliz...

Un final feliz no es un final, es recién el comienzo.


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viernes, 21 de febrero de 2014

Felicidad.

Mis mayores alegrías no provienen de un esfuerzo desmedido por ser feliz, sino por la espontánea y sutil manera en que acepto con gratitud todas las experiencias vividas. La felicidad no es un destino ni un camino, la felicidad es en uno de la misma manera en que uno la vive.


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jueves, 20 de febrero de 2014

Nueva forma.

Lo maravilloso de ver como te derrumbas es que con cada escombro puedes volver a darte una nueva forma.



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sábado, 15 de febrero de 2014

Invertir en emociones, Parte 2.

¿Cómo sentimos el mundo? ¿en qué parte de nuestro cuerpo sentimos lo que nos sucede a cada momento? ¿Cuál es el sentido que le damos a nuestra interacción con el entorno? y ¿Qué hacemos con lo que sentimos? son parte de una cantidad de preguntas que en un momento determinado sería provechoso hacernos más frecuentemente. Tanta pregunta puede llevarnos incluso a una confusión y evasión del momento presente, situándonos solamente en el intelecto. Pero es necesario centrar intelecto y emociones, ¿y por qué no? también el cuerpo que es un lenguaje integrador, es decir, esa coalición que nos provea de plenitud, comprensión, aceptación e integración. Todo unido y vivenciado en nosotros, una experiencia integral entre lo interno y lo externo. Pero para esto es necesario conocer las partes, conocer nuestro intelecto, lo que piensa, lo que desea saber, lo que no sabe y su estado actual. Así como nuestras emociones, lo que sentimos, por quienes, por nosotros mismos y en qué parte de cuerpo las sentimos. De este modo y también conociendo el estado de nuestro cuerpo de manera diferenciada poder ir poco a poco encontrando lazos entre ellos que nos permitan conocer partes de una totalidad; nuestra humanidad integrada y no diferenciada entre si. Claro, lo que digo parece simple pero hoy en día en realidad no lo es tanto si nos damos cuenta que vivimos en un mundo rápido, mecánico, insensible y apático. Todo tiene una dirección en la vida, una acción que conlleva una consecuencia y es importante que seamos capaces de direccionar nuestra mente, emociones y cuerpo en un solo objetivo sin disociarnos, de este modo poder encausar toda nuestra energía en un objetivo en común para nosotros mismos. Si mis pensamientos tienen una dirección diferente de mis emociones y mi cuerpo no se mueve en relación a alguno de estos sucede que no podré ser capaz de - primero y antes que todo - lograr sentirme bien, a gusto y en paz, y luego lograr mis objetivos sería muchísimo más difícil. Hoy en día es vital el reconocimiento de nuestro estado interior, de nuestro trabajo humano como búsqueda de lo esencial para lograr bienestar y satisfacción. ¿cómo comenzar? Pues bastante más fácil de lo que se piensa comúnmente. Trabajar interiormente puede llegar a ser intuitivamente sencillo pero nos sucede que lo racionalizamos y al hacerlo de esa forma nos quedamos parados porque el racional no conoce las emociones, las convierte en palabras y por lo tanto hace de las emociones un ruido mental que no nos permite la acción. Esto sucede básicamente porque llevamos cientos de años condicionados a usar la palabra como herramienta de conocimiento y hace muy poco se ha explorado las emociones desde su génesis. Pero si nos vamos a lo intuitivo y al sentir sin verbalizar ya podemos dar el primer paso a un enfoque emotivo más claro.
Lo importante es detenernos a sentir y concentrar nuestra atención en el ritmo del corazón. Esta simple acción de detener el mundo por un momento y sentir nuestros latidos es vital en el enfoque de nuestras sensaciones, sentimientos y es el primer paso a un momento íntimo con uno mismo. Difícilmente con este primer paso alguien no podría conectar, el enfoque en nuestro latido es poderoso y nos sensibiliza rápidamente.
Este primer paso tan simple para muchos implica un enorme esfuerzo debido a que han estado alejados de sus emociones que es frecuente que algo tan sencillo les resulte agotador o incluso desagradable. Pero eso no es nada de malo, ya es un paso a darnos cuenta de que estamos sintiendo algo en una intensidad y en una presencia nueva dentro de nuestra consciencia. Quien decida no seguir claramente es porque teme ver y sentir más de cerca emociones que conlleven a un cambio, y habitualmente ese cambio es un esfuerzo que pocos se atreven a realizar debido a que este trabajo trae a la luz experiencias y emociones ocultas.
Nuestra voluntad de conocer nuestras emociones no desde el intelecto sino desde la emoción misma trae consigo el trabajo de identificar y definir, por lo tanto, de algún modo el intelecto sigue estando presente, pero no es quien manda, sino nuestra emoción. De momento el intelecto es un sirviente ante lo que sentimos pero no domina nuestra voluntad de sentir, solo toma nota. De esta manera mientras enfocamos nuestra atención en nuestros latidos, con una respiración profunda, los ojos cerrados y el cuerpo en una postura relajada, sentados preferentemente, podremos ser honestos con nosotros. En ese momento dejarnos llevar por lo que sentimos y dejar que el cuerpo hable sin necesidad de contener sus expresiones. Si sentimos alegría probablemente sonreiremos o si sentimos tristeza lloraremos, lo importante es que nos permitamos que la emoción tome protagonismo en conjunto con nuestro cuerpo.
Desde ese momento ya damos un paso importante, comenzar, sentir e identificar.

Luego en una próxima publicación seguiré con el restos de pasos a seguir.
Un gran abrazo.

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Brota.

Comprométete con tu emoción, 
riega la semilla de tu corazón, 
brota sinceramente ante la dicha o el dolor, 
no contengas tu bella flor 
y ofrece tu polen al mundo.


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miércoles, 12 de febrero de 2014

Invertir en emociones. Parte 1.


Todos los días, y mientras estamos despiertos durante nuestros quehaceres llevamos con nosotros emociones, sentimientos y pensamientos en diferentes intensidades que hacen de nuestro día una montaña rusa. Muchos de esos días pueden ser maravillosos eventos de experiencias que nos alegren la vida como otros que pueden hacer de nuestro día un verdadero martirio. Gran parte de estas fluctuaciones son generadas por el entorno en el que nos desenvolvemos y otra gran parte y no menor es nuestro estado interior, nuestros procesos psicológicos y biológicos. Estos dos ambientes, el exterior y el interior son un solo aspecto de nuestra vida y aunque lingüísticamente lo vemos separado en realidad es uno solo sucediendo en un solo espacio- tiempo; nuestra realidad, nuestro presente en el universo.
Si bien nuestra realidad durante nuestro periodo de vigilia es interactuar entre lo externo y lo interno, todo está sucediendo a la par en una imperceptible coalición entre ambas, sin embargo muchos de nosotros no lo vemos así, o mejor dicho, no lo experimentamos de esa manera. Sumidos en una percepción inmadura donde lo externo forma parte de una realidad rígida e inmutable, donde lo que sucede viene hacia nosotros, donde la vida la vivimos en función de lo que ocurre fuera y lo que podemos hacer para convivir con ella. ¿Dónde nos perdemos esa "coalición" entra ambas experiencias?. La perdemos porque no la conocemos, porque parte de nuestra vida desde un comienzo es necesitar algo del ambiente, desde que nacemos hasta que nos desarrollamos vamos necesitando ayuda del exterior para sustentar nuestra sobrevivencia natural en el mundo. De alguna forma "natural" hemos sido criados a interactuar con lo externo a modo de subsistencia, a modo de necesidad. Parte de esto no es una deficiencia ni un error de nuestro aprendizaje e interacción con la vida pero si es una carencia por falta de desarrollo de un aspecto trascendental, el interior.

Aquí es donde una brecha enorme de nuestra existencia aparece para mostrarnos la carencia de un desarrollo que nos permita interactuar con lo externo para unir un aspecto ausente con la realidad. Esta brecha que nos divide de la experiencia completa comienza en el mismo momento en que comenzamos a vivir y en el momento en que nuestra consciencia se desarrolla desde pequeños, es la carencia de experiencias interiores que nos permitan el conocimiento de aspectos intrínsecos nuestros que necesitan de la interacción con lo externo. La importancia de una experiencia que comprometa nuestra visión de lo que sucede en el mundo en conjunto con lo que sentimos de él, la "coalición" comprometida en nuestra consciencia que no hace la diferencia entre lo que sucede con lo que "nos sucede", sino un desarrollo de consciencia y de contemplación con lo que verdaderamente somos desde lo que sentimos.

Quizá lo que menciono no es nada nuevo para muchos, pero para otros puede serlo ya que acostumbrados a actuar desde la mente sólo actúan desde el famoso estado de "piloto automático", que dicho sea de paso, ese concepto bien podemos atribuirlo justamente -en parte - a nuestra educación que no fomenta el desarrollo de aspectos emocionales, creativos o artísticos que suelen estar más ligados a deficientes visiones de los educadores donde el racional es lo que importa por el hecho de ser - quizá- menos etéreo que el desarrollo de una consciencia de las emociones y de un estado presente.

El título de esta publicación -"invertir en emociones"- va dirigido justamente a la necesidad de encontrar esa "coalición" entre lo que sentimos como vivencia completa y comprometida con nosotros en nuestro entorno y lo que sucede fuera en nuestro ambiente. Tanto una como la otra forman lo que en rigor y discutiblemente claro, sería una visión completa de la realidad.

En la próxima publicación ahondaré más en el desarrollo de esa "coalición" donde la emoción y el entorno mezclan sus componentes para traernos al presente y la consciencia. .
Espero haber sido útil.
Gracias.


@Andreas_von

El lenguaje del cuerpo.

No olvidemos que el cuerpo es un lenguaje, hagamos de él un grito poético y sublime, lo que sentimos debemos también dejarlo poseer nuestra materia, generar la alquimia entre lo que sentimos y su movimiento, danzar en un punto de éxtasis donde ya no sepamos distinguirnos entre lo material y lo etéreo, dar paso a lo auténtico y jamás retroceder a la falsedad de aquello que no somos.

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@Andreas_von

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