sábado, 27 de diciembre de 2014

La búsqueda.

Existe tanto ruido en la búsqueda de silencio, tanta violencia en la búsqueda de paz, tanta fealdad en la búsqueda de belleza. Sin embargo, ha sido la búsqueda el invisible puente entre mis puertas cerradas y mis ventanas abiertas, como una corriente de aire que une lo interior con lo exterior, esperando abrir la puerta cerrada para continuar. 
La búsqueda ha sido una espada de doble filo, donde he preferido desenvainar sin miedo a cortarme que a mantener su filo en la profunda oscuridad del cobarde. La búsqueda del Ser trae consigo vida, alegría, miedo, dicha y sufrimiento, tal como sin búsqueda también.
Fue cosa de comenzar a buscar para comenzar a encontrar primero lo que no quería ver, lo que pretendía esconder o lo que simplemente no deseaba aceptar, el filo de la espada era de verdad. Y con curiosidad ante la herida me di cuenta que la herida no la había hecho la búsqueda en sí, no la espada, sino que la herida mas bien era el cerrojo de la puerta cerrada y la espada mas bien una llave.
Pues así, creyéndome un espadachín lleno de heridas no era mas que un cerrajero lleno de llaves. Con el tiempo he ido comprendiendo que la búsqueda o el autoconocimiento es importante no para encontrar lo definitivo como la herida sino la continuidad, la invitación a ir abriendo puertas con llaves que siempre me he hecho creer que eran espadas.
Así la búsqueda de silencio comenzó a hacerse desde el ruido, la paz desde la violencia y la belleza desde la fealdad.


Andreas Von Kunowsky

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Todo en el Zen, el Zen en todo.

El mensaje es tan sutil que la mayor parte de las veces pasa inadvertido, casi como un murmullo en la consciencia, un aire o un soplido que no alcanza a transformarse en una nota musical, en un entendimiento o en una acción decidida. Es lo que trae consigo el Zen, una invitación seductora a una fluidez que se sabe cercana pero que habitualmente está bastante más profunda de lo que pareciera porque es capaz de hacernos llegar a un lugar dentro de nosotros que luego confirmara que no lo es, como una ilusión o como algo que pasa, que no se queda, que efímeramente no desea dejar rastro. Las disciplinas japonesas como la decoración, la jardinería, la pintura, la caligrafía o el aikido y el kendo entre tantas otras no ocultan nada del Zen, son el Zen, está ahí para nosotros, como un soplido furioso que pasa por la flauta de bambú o como el minimalismo de la decoración nipona. Todo el Zen está en su arte, es su capacidad de ver la complejidad de lo simple y a su vez la simpleza de lo complejo, todo sin esfuerzo sino más bien con profunda fluidez y elegancia.
Todo el arte nipón está en una capacidad de concentración y sincronización con el presente, tal como el maestro Zen respondió a su discípulo que le preguntaba ¿maestro donde está el Zen? Y el maestro respondió "donde no lo encuentres, pues ahí está".
Claro, simple, complejo y bello, suficiente para despertar por un segundo.


Flauta Shakuhachi


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