Nos hemos acostumbrado a serles neciamente fieles a aquel miedo constante que nos convence a no realizarnos a nosotros mismos. Ese miedo presente y sigiloso que día a día nos dice; "no puedo", "mejor otro día", "¿qué dirá el resto?", "me van a juzgar", etc. Es irónico que sólo tengamos oídos para escucharnos y obedecernos en aquellas cosas que nos dan felicidad pero en esas otras que permanecen ocultas y reprimidas son sin duda el cofre más valioso porque en cada miedo existe la riqueza de una libertad mucho mayor y mucho más bella, la libertad ante nosotros mismos.
@Andreas_von
No hay comentarios:
Publicar un comentario