Hubo un momento, fraccionado en el tiempo, como si todo se silenciara para hacerme oír una melodía caleidoscópica, diáfana, coros que yo mismo cantaba, con otras voces, elevadas, divinas. Ese momento, despegado del yo, escarbo en la profundidad, en las formas oscuras que me sostienen y en los contenidos luminosos que me alimentan. Ahí abajo, mientras el agua era profunda yo lo era más aún, en agua me había convertido, era una gota gigante que contenía pluri-versos, todo se contenía en mí y en la falta de aire comprendí que el miedo es tan bondadoso como fatal, enseña detrás de él otros mundos, otras realidades, otro tú. Así, mientras sumergido miré hacía arriba desde lo más profundo, los coros seguían y la luz del sol me encandilaba, poco a poco, solté el aire de mis pulmones y me entregué. Al fin comenzaba a respirar agua y mis lagrimas doradas se mezclaban con ella. El miedo a la realidad ya era dicha a la vida, me dejé flotar en mis propios coros, el tiempo se había ido y mis carcajadas submarinas elevaban el mundo.
@Andreas_von
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