He querido escribir sin ideas previas, estructuras ni márgenes, una asociación libre que ha llegado a esto que he publicado, este cuento es la primera parte de una serie que aún no encuentra fin, he decidido publicar por partes ya que aún está en proceso.
Así comienza;
Parte 1.
Buscando aquella perra perdida en medio del desierto
encontró un hueso bajo un árbol y se
preguntó si será que la perra que buscaba había muerto ahí, sola y hambrienta.
Siguió su búsqueda bajo el intenso sol y no encontró más que arena y raíces
secas. Al darse cuenta que su búsqueda sería infructífera dio media vuelta,
enterró el hueso en la tierra, levantó una pata y lo orinó. Años después medio
perdido en ese mismo desierto su viejo olfato lo llamó. Mirando a lo lejos, un
hueso sobresalía de la tierra. Se acercó lento y desconfiado pero el hueso se
hacía cada vez más grande. Al llegar al hueso éste era del tamaño de una
locomotora otorgando una cómoda sombra en medio del árido desierto. Acurrucado
en la sombra recordó aquella perra que nunca encontró. Triste se durmió sin darse
cuenta. A media noche despertó asustado y sintió un frío de muerte. Miró a su
alrededor y el enorme hueso había desaparecido, se halló solo en la inmensidad
de la noche y el desierto. Contempló las estrellas tranquilamente sintiendo una
paz que hace mucho tiempo no hallaba. El miedo de estar solo en el desierto
comenzó a desaparecer como también el frío a medida que comenzaba a disfrutar
de las sensaciones que le entregaba el hecho de estar en medio de la nada. Miró
a lo lejos y ayudado por la luz de la luna que asomaba por los cerros vio que
algo se movía. No podía ver con claridad pero parecía ser algo similar a aquella
perra que buscaba durante tanto tiempo. Su corazón comenzó a palpitar
fuertemente haciendo que tomara la decisión de acercarse lentamente. A medida
que se acercaba las estrellas comenzaban a desaparecer y la luna retornaba a
los cerros. El arena y el aire comenzaban a ponerse más pesados. Pensó que si
lanzaba un pequeño ladrido quizás podría llamar su atención pero no dio
resultado. Se detuvo, comenzó a sentir frío, y miedo nuevamente. Estaba tan
cerca que notó que aquella forma estaba dándole la espalda. El tiempo parecía
detenido, nada sonaba, nada se hacía notar más allá que este ser que tenía en
frente y que poco a poco, lentamente comenzaba a darse la vuelta para verlo de
frente. Un respiro hondo le hizo sentir que el corazón latía fuerte sin saber
si era miedo o una bella emoción. En su interior el tiempo parecía ir tan lento
que se sentía prisionero de él, pero su corazón latía cada vez más fuerte. Todo
era lento, pero por dentro todo corría desesperadamente por saber si realmente encontraba
aquella perra perdida. Mientras ella volteaba tan lentamente, todo lo que le
rodeaba comenzaba a elevarse, piedras, arbustos, insectos escondidos, su pelaje
empezaba a moverse como si un viento interno lo moviera hacia fuera de su piel
erizándolo por completo. Sus patas comenzaban a despegarse del suelo, intentó
generar peso para mantenerse en el piso pero fue imposible, era cada vez más
liviano. Al verse flotando sobre el suelo descuidó la mirada y aquella forma
que lo atrajo ya no estaba presente, en ese momento cayó de golpe al suelo al
mismo tiempo que todas las cosas que vio flotando a su lado. Aturdido por el
golpe, sin entender que sucedía y débil no pudo más que recogerse e intentar
descansar. Mientras intentaba acomodarse para darse calor intentaba comprender,
y se dio cuenta que no recordaba cuanto tiempo llevaba en el desierto y peor
aun, había olvidado por qué buscaba a esta perra que seguramente había muerto
hace ya mucho tiempo, así se quedó dormido en medio de la noche y el desierto.
Parte 2.
El primer rayo de luz del sol lo hizo despertar bruscamente,
algo confuso intentaba recordar lo pasado la noche anterior y dudoso de la
experiencia no sabía si dar crédito a lo que había ocurrido creando en el una
duda angustiosa. Al verse solo en medio del desierto decidió comenzar a caminar
nuevamente. Eran kilómetros interminables de arena y el sol insistía con su
calor insoportable. Aun así, era mejor seguir caminando sin rumbo que estar
parado esperando a que nada sucediera o peor aun, morir en medio de la nada. Mientras
caminaba a lo lejos algo brillaba con intensidad nublando su vista, al llamar
su atención se propuso llegar hasta aquel lugar que parecía llamarlo. Sus patas
cansadas por caminar en la densa arena dan pasos torpes, y uno de esos pasos
pisa sorpresivamente un objeto a medio salir de la arena. Era el marco de un
cuadro que enmarcaba el retrato ilegible de un hombre. El arena y el calor
habían desgastado tanto la imagen que difícil era identificar quien era. Siguió
caminando, un par de pasos más adelante un elegante traje de caballero colgaba
de la nada. Dando vueltas alrededor del traje intentaba buscar de donde colgaba
y nada parecía sostenerlo. Simplemente flotaba en el aire. Comenzó a sentir
algo de miedo, pero no tanto como para arrancar, sino el miedo suficiente como
para sentir curiosidad y seguir acercándose a aquel brillo que llamaba su
atención. Mientras caminaba sus patas dolían pero intentaba no hacerle caso al
dolor ni al cansancio, lo que estaba viviendo de cierta forma lo tenía
asombrado y entretenido, no sabía que el dolor de sus patas no era por el
simple cansancio, había algo más que desconocía. De lejos escuchaba un sonido
constante, un tic tac que se hacía cada vez más fuerte a medida que caminaba. Un
reloj tan grande como un campo de futbol estaba funcionando y moviendo sus
manecillas de cara hacia el sol. Quiso bajar a la superficie del reloj y
asustado se percató que sus patas traseras ya no eran sus patas sino los pies
desnudos de un hombre. Sin entender lo que sucedía y con el sonido ensordecedor
del gigantesco tic tac del reloj sólo movió los pies para lograr pisar el reloj
con torpeza, éste con el calor del sol hervía y comenzaba a quemar sus pies
humanos y pensó que sería más rápido si aprovechaba de subir al minutero que lo
llevaría hacia el otro extremo sin hacer esfuerzo. Así lo hizo, sentado sobre
el minutero gigante, entre segundo y segundo con los fuertes sonidos de la
maquinaria del reloj avanzaba, pero mientras estaba sentado observando y
tratando de entender todo lo que veía lo que quedaba de sus muslos comenzaban a
transformarse en las completas piernas de un ser humano. Al bajarse en el otro
extremo del reloj y llegar al piso se percata del cambio que continuaba
invadiendo su cuerpo, cae al suelo asustado mientras observa que las piernas
humanas se unen a su cadera canina cada vez con más dolor. Tirado en la arena y
con espanto aúlla sabiendo que nadie puede ayudarlo. Las grandes manecillas del
reloj se detienen provocando un silencio que hacen callar su aullido.
Intentando entender queda tendido en la arena, respirando rápidamente y aun
asustado. Convertido en un can con extremidades humanas y sumido en el pánico
intenta levantarse con dolor y dificultad cayendo una y otra vez en la arena
caliente. Todo era difícil y su desesperación lo llevo a pensar que esto quizás
era morir. Pero ¿por qué no moría de una vez y ya? ¿por qué pasar por esto tan
doloroso y confuso? ¿cuál era el sentido de pasar por esto después de haber
comenzado a buscar una perra perdida? Nada tenía respuesta y al parecer todo se
ponía peor.
@Andreas_von
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