No olvidemos que el cuerpo es un lenguaje, hagamos de él un grito poético y sublime, lo que sentimos debemos también dejarlo poseer nuestra materia, generar la alquimia entre lo que sentimos y su movimiento, danzar en un punto de éxtasis donde ya no sepamos distinguirnos entre lo material y lo etéreo, dar paso a lo auténtico y jamás retroceder a la falsedad de aquello que no somos. 8>
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