Tendida entre el pasto y las flores me llamabas con tu mirada multicolor mientras que desde tu espalda crecían hermosos brotes rojos y plateados. Yo, a lo lejos
sentado en la rama más alta de un árbol escuchaba tu mirada silenciosa y bajaba
tocando con mis pies descalzos tu tierra fértil. Ahí, mientras reíamos nos mezclábamos
haciendo florecer entre la tierra y el aire los brotes de un sueño llamado realidad.
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