“Todos somos psicomagos”, esa fue la frase que dijo
Alejandro Jodorowsky en un taller de metagenalogía que realizó en agosto de
2011 en Santiago de Chile donde aproveché de pedirle su autógrafo y
extrañamente él mismo Alejandro quiso escribir mi antiguo nombre (Erwin) en una
de las hojas del libro. Con esa frase que Alejandro dijo en el taller y su
misterioso deseo de firmar su libro con mi antiguo nombre me marcaba con una
maravillosa certeza de que dentro de mí yacían las herramientas necesarias para
sanar y comenzar nuevamente lo que tan imperiosamente en mí gritaba, un cambio
desde la raíz. Luego, un par de semanas más, después de haberme decidido por
hacer este acto fui a encontrarme otra vez con Alejandro en una conferencia
donde le pedí que me firmara nuevamente el mismo libro pero con el nuevo nombre
que yo quería usar, extrañado al ver el libro firmado me dice “pero si ya te lo
firmé” y le contesté, “pero ahora por la contratapa y con el nuevo nombre que
me voy a cambiar”, soltó una carcajada y me dijo “Ah! Harás tu propio acto de
psicomagia para cambiarte el nombre, que bonito, cuéntamelo”, y rápidamente se
lo conté mientras el asentía con la cabeza, le pregunté si yo estaba bien y me
dijo tranquilamente, “no busques mi afirmación, todo está correcto si es lo que
tu deseas hacer, hazlo” nos dimos un abrazo en medio de la multitud que lo
seguía y así comencé.
Conociéndome – hasta cierto punto – y teniendo yo una
amistad fenomenal con la creatividad desde muy pequeño y hasta el día de hoy,
me di cuenta que lo que decía Alejandro era tan cierto que removió en mí una
valentía creativa para comenzar a idear lo que sería mi primer acto psicomágico
y bastante trascendente por lo demás, ni más ni menos que cambiar mi nombre
frente a mis padres, renunciar al primer legado familiar que carga con
responsabilidades y designios propios de una familia que te atrapa con algo tal
sutil como el nombre, y no era para menos, mi antiguo nombre era el mismo que
el de mi padre. Obviamente el cambio de nombre no es un mero tramite sino que
implica un trabajo interior donde el ego es su principal objetivo pero a demás
conlleva un conjunto de cambios anexos en el ser interior que poco a poco se
van asimilando después de realizado el acto. Así, comencé a estudiar todo lo
relacionado a la psicomagia y sus resultados pero a la vez comencé a estudiar a
mi familia, mis ancestros y la información que de ellos podía recopilar
entrevistando a mis padres y parientes. De esta forma se dieron meses de
interiorización y comprensión de esta información que me hacía comprender
vitalmente cuales eran ciertas actitudes o definiciones que yo tenía que no me
correspondían ocultando una esencia que gritaba por salir a flote. Después de
haber comprendido comencé a idear mi propio acto con directrices que había
encontrado en algunos textos del mismo Jodorowsky y de su hijo Cristobal en su
libro “El collar del Tigre”, ambos me sirvieron de guía para crear mi propio
acto.
Había que ser metódico y muy sensible frente a la situación,
de esa forma la sabia creatividad y el rigor de domarse a si mismo y no caer
frente a la tentación de mantenerse igual era vital, siempre hubo momentos en
los que se me acercaba la cobardía para hacerme claudicar en mi anhelada
misión. Creí y supe inmediatamente que el día de mi cumpleaños era el momento
ideal para tal acto ayudándome a estar en un día significativo donde el
nacimiento de algo nuevo sería asimilado por esta fecha. Desde esta base
comenzaba ya a tener cierta coherencia que daba sustento al acto, luego comencé
a crear apoyado en simbologías universales para el acto que debía tener a ambos
padres en frente (cosa difícil porque están separados y hacía años que no se
veían). Por un principio pensé en hacerlo por separado, primero mi madre y
luego mi padre pero finalmente me di cuenta que era importantísimo que los
tuviera a ambos juntos ya que de esa forma sería más completo y por otro lado
el profundo deseo de ver a mis padres formaba parte de un deseo frustrado que
su misma separación traumó mi infancia, por lo tanto decidí avisarles pero por
separado sin que ellos supieran que se encontrarían, de lo contrario cabía la
posibilidad de que uno de los dos (o ambos) se negara. Así comencé a crear en
conjunto a las simbologías universales que el inconsciente acepta como reales,
de esa forma consideré que usar una polera negra (negro, el inconsciente) con
mi nombre impreso en el pecho era el primer paso, una tela blanca muy fina,
tijeras, tres copas, una botella de vino tinto, , pintura dorada, ropa nueva,
una cortadora de pelo, una cajita negra (simulando un pequeño ataúd), pintura
roja, un macetero y tres flores (Lilium) eran los elementos que debía usar para
este acto.
Así como consideré importante la fecha de mi cumpleaños
también lo era que mis padres supieran a que se iban a enfrentar si que redacté
una guía que especificaba paso a paso el acto, se los envié con un par de
semanas de anticipación mientras yo conseguía los materiales y comenzaba a
armarme de valor a medida que pasaba el tiempo. No fue fácil comenzar a interiorizar
la idea de un cambio de nombre a pesar de que mis deseos eran enormes, pero aún
así me vería enfrentado a la reacción (normal y evidente) de mucha gente que
cuestionaría mi decisión y sin duda que así fue lo que desde un positivo punto
de vista me ayudó a reafirmar mi decisión cada vez que me tocaba justificar mi
cambio, siempre lo conté con orgullo y felicidad, como un hermoso acto
liberador y transformador explicando punto por punto para que no quedaran dudas
y así la gente no pensara que era una simple locura sino algo con bases solidas
y efectivas.
Una semana antes del día de mi cumpleaños se me complicaron
las cosas de forma interior, dormía mal, sudaba en las noches, tenía pesadillas
y durante el día estaba temeroso y varias veces pensé en cancelar el acto. Sin
duda mi ego veía cercana la posibilidad de una mutación y como bien sabemos el
ego jamás querrá renunciar a su identidad, porque el ego es un niño testarudo y
muchas veces, sobre todo cuando no es domado, un vil tirano. Llegó el día, como
era de costumbre desde muy temprano comenzaban a llegar llamados por teléfono y
mensajes saludándome por mi cumpleaños pero mi mente estaba en el acto, antes
de recibir a mis padres (que venían por separado y no sabían que se
encontrarían) medité un rato para intentar calmar mis emociones, sirvió pero no
mucho, hasta ese momento mis practicas meditativas no eran tan consistentes, al
rato claramente fui presa de las emociones. Primero llegó mi madre, algo
curiosa y quizá un poco reacia a esta “locura” como suele llamarles, al rato
llegó mi padre, notablemente nervioso pero más abierto a la experiencia y al
encontrarse con mi madre sorprendidos se saludaron cosa que me maravilló ver
sin duda, después de tantos años tener a mis padres en mi casa era una sensación
indescriptible y no podía hacer más que dejarme llevar, el paso al vacío ya
había sido dado, ahora había de dejarse caer.
No pude contener la emoción de tenerlos a ambos sentados
juntos en mi sofá, mi corazón latía muy fuerte y mi garganta apretada no me
dejaba expresar con soltura, de pié frente a ellos intenté explicarles lo que
íbamos a realizar pero fui invadido por la emoción y me largué a llorar. Verlos
frente a mi nuevamente después de tantos años era un sueño, si, el sueño del
niño herido que en ese preciso momento lloraba frente a sus padres. Ese niño no
pudo contenerse y se vio obligado a salir a flote, a expresar su dolor frente a
sus padres y créanme fue maravilloso, liberador y gratificante llorar de esa
forma, como un niño, con hipo, cual chavo del ocho. Tantos años reprimida esa
emoción que necesitaba a sus padres frente a frente para lograr salir fue como
una bomba de energía.
Libre de ese sentimiento guardado por tantos años me sentí
capaz de hacer lo que estaba planeado, les expliqué con tranquilidad cada paso
y ellos me escucharon atentamente. Se sentaron en el sofá y comencé.
Tenía la polera negra con mi nombre estampado en el pecho,
la tomé con mis manos a la altura del pecho donde estaba el nombre y la rajé
desde el centro dejando mi pecho descubierto, la abrí completamente y me la
saqué. Tomé una tijera y recorté el nombre que había quedado partido a la
mitad. Los dos trozos del nombre los quemé. Mientras veía que mi nombre se
quemaba me sentí extraño, como si estuviera alegra y triste al mismo tiempo,
algo sufría haciéndome llorar mientras lo veía pero al mismo tiempo estaba
feliz por ya estar en pleno proceso. Luego de eso tomé las cenizas, las bañé en
miel y lo coloqué dentro de la cajita negra que simulaba un ataúd. Luego tomé
la tela blanca fina, me corté un dedo y dejé caer unas gotas de sangre en un
frasco de pintura roja. Con esa pintura escribí mi nuevo nombre en la tela y me
la pegué en mi pecho. Me desnudé y pedí a mis padres que me pintaran de dorado
completamente, mi madre por el lado izquierdo y mi padre por el derecho
mientras cada uno me bendecía el intelecto, las emociones, el sexo y el cuerpo
completo. Mi madre muy tranquila y cariñosa me pintaba y mi padre muy
emocionado lloraba. En ese momento nos abrazamos los tres y lloramos juntos.
Luego de eso, recorté tres pedazos de la tela blanca con mi nombre y las coloqué
en las tres copas con vino tinto. Brindamos y bebimos el vino para asimilar el
nuevo nombre. Terminado eso fui al baño, me miré desnudo y completamente de
dorado maravillándome con esa imagen, me duché y luego tomé la maquina de
cortar pelo y me rapé completamente la cabeza, me vestí con la ropa nueva y finalmente
tomé el pequeño ataúd que contenía las cenizas de mi antiguo nombre y lo
sepulté en el macetero, tomamos cada uno un lilium y los plantamos sobre el
ataúd. Así culminaba el acto, ya tranquilo me senté junto a ellos y conversamos
un rato, desde ese momento en adelante comenzaron cambios importantes en mi,
desde dejar mi antigua profesión que no me hacía feliz y comenzar un camino
nuevo en todos los aspectos de mi vida. Al día siguiente los brotes de las
flores se habían abierto mostrando sus hojas amarillas, al despertar por la
mañana y verlas supe que lo que había hecho era lo correcto, me sentía libre
pero sobre todo, realizado.
@Andreas_von
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