Una gata en mi departamento.
Era tiempo de competencias, todo el mundo participaba en un
gran campo verde lleno de naturaleza. La gente estaba alegre y cada uno formaba
parte de un equipo. El sol era intenso pero no menguaba el entusiasmo de todos
por participar. Yo miraba todo desde el balcón del último piso de un edificio
antiguo de color blanco y con aparente estructura europea. Entre el edificio y
aquel campo verde nos dividía un espacio no muy largo de dunas haciéndolo
parecer como un pequeño desierto. Tomé las llaves y salí a comprar, no tenía
interés alguno en participar de las competencias. Llegué al bazar de mi
infancia donde compré un par de verduras, me atendió la hija del dueño que no
paraba de gritar que quería irse a Europa, yo me reí sin que ella se percatara,
me habría encantado lanzarle una lechuga por la cabeza. Al salir de bazar me
encontré con un viejo colega de mis andanzas en la televisión, me preguntó –
algo nervioso- si yo iba a participar de las competencias y le respondí que no,
según él ya era hora de comenzar y debía correr vestido de blanco para verse
menos gordo. Nos despedimos y ahí miré hacia arriba, a mi edificio y escuché
los fuertes maullidos de mi gata, corrí hacia ella y al llegar a la puerta de
mi departamento veo a una mujer rubia de ojos claros salir desnuda de mi
departamento, al darse la vuelta para mirarme me dice “miau”. La tomé del brazo
y la besé, entramos juntos y cerramos la puerta. Ya no era tiempo de
competencias.
@Andreas_von
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