martes, 2 de julio de 2013

El niño sabio.


Hubo una época en la que fuiste muy sabio, obedecías tus impulsos, jugabas y reías por cualquier cosa, no necesitabas conocer la palabra “libertad” porque ya lo eras, no conocías nada pero te excitaba día a día conocer cualquier cosa que te llamara la atención, sabías que no sabías nada, tal como lo dijo Sócrates, en el fondo, eras tremendamente feliz. En esa época mientras todo te sucedía eras dueño absoluto de un infinito espacio al cual nadie más podía acceder, no por egoísmo sino porque recién comenzabas a descubrirte y ese espacio se creaba solo y lentamente en ti, un reino en donde solo tú eras quien dominaba sus terrenos, la creatividad te afloraba por los poros haciéndote sudar oportunidades en todo lo que experimentabas, todo era nuevo porque estabas dispuesto a vivirte a ti mismo. Un espacio que al crecer quizá perdiste, o quedó lejos, olvidado colocándote más apagado, más prisionero de algo que se fue dando sin darte cuenta, sentiste la necesidad de seguir al resto, de pensar como ellos, de estar de acuerdo y de creer en lo que los demás decían que era la verdad, olvidando la tuya. Así no te volviste más sabio sino más tonto, más seco, y más aburrido. Olvidaste lo que era obedecerse a si mismo, a crear y a jugar con lo que sea que tuvieras en frente, olvidaste que dentro tuyo existía absolutamente todo lo que necesitabas para ser feliz y comenzaste a buscar la felicidad justamente en los lugares donde jamás existió, afuera de ti, en las religiones, en la política, en las creencias que jamás vinieron propiamente de ti. Perdiste la capacidad de crear tu propio mundo, te volviste grande con todo lo que ello implica pero olvidaste lo más importante; Que para crecer no es necesario dejar atrás lo que eres sino avanzar de la mano con lo que siempre fuiste, es decir, seguir siendo sin negarte nada. Creíste que madurar era ponerse serio, estructurado y frío, agregarte cosas, adornarte con actitudes, pero te equivocaste un poco, madurar no es ni eso ni mucho más, sino que es saber lo que eres sin cambiar lo esencial en medio de tu entorno, lograr adaptarte interiormente a ello. Y mírate ahora, buscando la felicidad en aquello que quizá puedas obtener comprando o accediendo a nuevos estatus o calidad de vida, pero ahí estás, esperando mientras se te pasa el tiempo. Y lejos en tu memoria recordarás un niño lejano que nunca necesito mucho más que a si mismo para poder estar tranquilo, en paz y completamente satisfecho. Recordarás aquel espacio olvidado y mientras lo añores lo seguirás dejando atrás sin darte cuenta que siempre lo has llevado contigo, simplemente que dejaste de usarlo; la infinita creatividad de ser uno mismo.

@Andreas_von

(Yo el de la foto)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales