jueves, 5 de julio de 2012

Viaje iniciático. Parte 9. La Paz, Bolivia.


Febrero, 2011. 

Ya de vuelta en Copacabana debía preparar mis cosas para viajar a La Paz, lugar que tenía muchas ganas de conocer por su reconocida feria de las brujas que debía visitar si o si. Saber que en esa cuidad se llevaban a cabo rituales y ceremonias vudús o brujería de todo tipo me tenía muy entusiasmado. No recuerdo el trayecto hacía la paz, seguramente no hay nada relevante que mencionar, además, mirando las fotos no tengo nada, seguramente dormí. Llegué a La Paz de noche y en el mismo bus iban los chicos con los que hice migas en la barcaza desde la isla del Sol, por lo tanto me uní a ellos en la búsqueda de algún lugar que nos hospedara, estábamos algo preocupados porque ya era muy tarde. Caminamos consultando a distintos personajes y entre ellos unos nos sugirió el hostal “El carretero”. Perdidos y cansados (súmese la falta de oxigeno por la altura) deambulamos por la cuidad por lo menos más de una hora hasta que llegamos al hostal que más bien era una suerte de condominio de unos seis pisos y con muchas habitaciones. Nos costó hacer un precio por alrededor de siete personas si que nos dieron una pieza grande donde habían un par de colchones rotos y una ampolleta colgada en medio, no era más que una pocilga. En fin, fuera de esa habitación todo era fiesta y seguramente porque el resto de habitaciones era igual a la nuestra. En medio del patio todos cantaban, tocaban guitarra, fumaban hierba y bailaban, si que decidimos dejar las cosas y sumarnos obviamente a la experiencia. Debo reconocer que durante todo el viaje había querido mantenerme lejano a las relaciones interpersonales pero claramente el destino quería otra cosa, tenía que aprender de otros y ya lo había comprendido por eso mismo decidí unirme a estos chicos y seguir así. A demás por más que uno se resista a ciertas cosas suele ser peor, más difícil se hacen las cosas. Así mismo, esa noche disfruté de cantar, fumar hierba y bailar un poco para darle algo de rienda suelta a mi interior que deseaba seguir expandiéndose.
A la mañana siguiente la idea era perderme por La Paz, la cuidad es grande y caótica. He visto pocas ciudades así de desordenadas, se entiende poco el transito por lo que intenté evitar usar el transporte publico, como siempre preferí usar los pies. Lo primero que quise visitar fue obviamente la feria de las brujas y allí partí. Tuve que comprar algo de coca para masticar y no apunarme cosa que dio resultado a pesar de ser tan agria. Al llegar a la feria lo noté de inmediato, todo se llenó de color, las calles angostas llenas de feriantes con sus productos esotéricos, hierbas medicinales, llamas disecadas y pócimas para el acto sexual. Sin duda estar ahí es para cualquier persona muy entretenido porque todo es novedoso y uno se da cuenta que este tipo de cosas existen desde antes de la medicina tradicional y la psicología y seguirá existiendo, lo que no deja de sorprender. Sin la menor vergüenza la gente compra sus medicinas o sus artilugios para sus rituales. Bolivia es un país con una tradición chamánica muy potente por lo cual la gente está habituada a los rituales y a ver chamanes haciendo sus curaciones. Yo evidentemente quería estar presente en uno cosa que no ocurrió por desconocer datos referentes a esos ritos, muchos de ellos suelen hacerse en la clandestinidad o simplemente en medio de una privacidad muy entendible. Seguí gratamente perdido por las calles cosa que suelo hacer, y que en este viaje había aprendido a soltar, dejarme llevar por la intuición, algo que siempre estuvo profundamente desarrollado pero no siempre explotado.
Entre calles y calles terminé en la plaza de armas frente al palacio de gobierno donde tomé algunas fotos, las palomas abundaban y hacían un buen espectáculo con la gente. Comenzó a llover y me encontré con los chicos con los que compartía el hostal, tomamos un taxi y nos fuimos a otra caótica feria donde sólo terminamos más empapados. A la vuelta ya cansado había que comenzar a planear el viaje a Oruro, lugar más inhóspito que debía ser planeado con un poco más de detención. Se venía un viaje largo y con paisajes que me dejarían enamorado no sólo de la naturaleza sino también de la vida misma, sus sorpresas y misterios. 

@Andreas_von





Mi antiguo nombre en las calles de La Paz.














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