sábado, 7 de julio de 2012

Viaje iniciático. Parte 10. Oruro. Bolivia.

Febrero, 2011. 


El viaje de La Paz a Oruro fue realmente largo y agotador, a tal nivel que se subían personas a vender almuerzos al bus, pero almuerzos grandes, no simples sanguches, me refiero a pollos con papas fritas, todo en una bolsa plástica sin cubierto. Evité comprar y me conformaba con mis snacks de galletas viajeras y algún jugo, no quería pasar nuevamente por la desesperación de buscar un baño en medio de la nada. Estos paisajes eran más áridos y amplios que los anteriores del altiplano lo que hacía más entretenida la vista, todo el viaje hasta ahora me había dado hermosos paisajes pero aún faltaba más, llegar al Salar de Uyuni me dejaría sin palabras, sin aliento, totalmente desarmado, pero eso lo veremos después. 
Al llegar a Oruro busqué inmediatamente en el terminal de buses alguno que partiera lo antes posible al Salar de Uyuni porque ya me apremiaba el tiempo para volver pero sobre todo porque el clima estaba increíblemente bueno, si algo me habían recalcado era que el Salar se mostraba en todo su esplendor cuando está despejado y ese día era perfecto. Busqué y busqué pero todo ya había partido y la única opción era ir en tren que partía esa misma tarde lo que significaba que llegaría a Uyuni a la madrugada, en fin, era la única opción y tomé un taxi hasta el terminal de trenes. Crucé la cuidad y mientras viajaba me enteré por el taxista que se venía el carnaval de Oruro que es uno de los más bellos del mundo, una fiesta que se prepara por meses y que lamentablemente no iba a poder disfrutar. Llegué al centro y por el caos me di cuenta de lo que me decía el taxista era cierto, todas las calles llenas de gente con instrumentos, vestimentas y sobre todo, alegría cosa de la que me considero altamente contagioso. Antes de contagiarme de esa alegría debía asegurarme de poder tomar el tren para Uyuni, al llegar estaba aún cerrado si que decidí ir a ver los preparativos del carnaval. Como buen curioso fotógrafo me perdí entre ensayos y bailes coloridos. Ya era una fiesta si que decidí mezclarme entre la gente para disfrutar desde el interior, en su esencia, y dejarme llevar por todo para así tomar alguna buena foto. No me siento gran fotógrafo pero si tengo claro que si me dejo seducir por el momento sumándole mi intuición saldrá una foto decente que diga algo más que la simple imagen. En fin, ya abrían las puertas de la estación de trenes y logré después de un largo trámite conseguir mi boleto para viajar a Uyuni en clase media, ya era hora de comer algo y me perdí nuevamente en las calles intentando buscar un lugar bueno y barato, el dinero no era mucho y aun no llegaba ni a la mitad de mi viaje. Comí una sopa y un plato de comida que ni recuerdo en un sucucho, me dejó contento y nuevamente deambulé por las calles, no faltó mucho como para que nuevamente mi estomago diera señales de emergencia si que tuve que entrar a un restaurante donde tuve que comprar una bebida para poder usar el baño, valió la pena, días sin entrar a un buen baño, cualquier cosa vale la pena en momentos como esos. Finalmente recorrí nuevamente los ensayos del carnaval y me encontré con los muchachos con los que pasé mis días en La Paz si que nuevamente me uní a ellos para hacer hora hasta la salida del tren, comimos y finalmente pudimos entrar y acomodarnos en el tren en clase media que era exactamente lo mismo que la clase baja o la clase alta, en fin, ya íbamos en camino al salar, eso era lo que importaba.


@Andreas_von































2 comentarios:

  1. Andreas, te animaste a tomar un bus comun y corriente, yo no pude... tomé un bus que es el doble de caro, viajan ahi solo extranjeros.. no me animé a vivir esa experiencia, pero imagino lo que debe haber sido

    ResponderEliminar
  2. Yo fui y volví a Chile con 300 lucas, supongo que eso lo dice todo. jeje.

    ResponderEliminar

Datos personales