jueves, 25 de octubre de 2012

Mi primer acto de psicomagia.


“Todos somos psicomagos”, esa fue la frase que dijo Alejandro Jodorowsky en un taller de metagenalogía que realizó en agosto de 2011 en Santiago de Chile donde aproveché de pedirle su autógrafo y extrañamente él mismo Alejandro quiso escribir mi antiguo nombre (Erwin) en una de las hojas del libro. Con esa frase que Alejandro dijo en el taller y su misterioso deseo de firmar su libro con mi antiguo nombre me marcaba con una maravillosa certeza de que dentro de mí yacían las herramientas necesarias para sanar y comenzar nuevamente lo que tan imperiosamente en mí gritaba, un cambio desde la raíz. Luego, un par de semanas más, después de haberme decidido por hacer este acto fui a encontrarme otra vez con Alejandro en una conferencia donde le pedí que me firmara nuevamente el mismo libro pero con el nuevo nombre que yo quería usar, extrañado al ver el libro firmado me dice “pero si ya te lo firmé” y le contesté, “pero ahora por la contratapa y con el nuevo nombre que me voy a cambiar”, soltó una carcajada y me dijo “Ah! Harás tu propio acto de psicomagia para cambiarte el nombre, que bonito, cuéntamelo”, y rápidamente se lo conté mientras el asentía con la cabeza, le pregunté si yo estaba bien y me dijo tranquilamente, “no busques mi afirmación, todo está correcto si es lo que tu deseas hacer, hazlo” nos dimos un abrazo en medio de la multitud que lo seguía y así comencé.
Conociéndome – hasta cierto punto – y teniendo yo una amistad fenomenal con la creatividad desde muy pequeño y hasta el día de hoy, me di cuenta que lo que decía Alejandro era tan cierto que removió en mí una valentía creativa para comenzar a idear lo que sería mi primer acto psicomágico y bastante trascendente por lo demás, ni más ni menos que cambiar mi nombre frente a mis padres, renunciar al primer legado familiar que carga con responsabilidades y designios propios de una familia que te atrapa con algo tal sutil como el nombre, y no era para menos, mi antiguo nombre era el mismo que el de mi padre. Obviamente el cambio de nombre no es un mero tramite sino que implica un trabajo interior donde el ego es su principal objetivo pero a demás conlleva un conjunto de cambios anexos en el ser interior que poco a poco se van asimilando después de realizado el acto. Así, comencé a estudiar todo lo relacionado a la psicomagia y sus resultados pero a la vez comencé a estudiar a mi familia, mis ancestros y la información que de ellos podía recopilar entrevistando a mis padres y parientes. De esta forma se dieron meses de interiorización y comprensión de esta información que me hacía comprender vitalmente cuales eran ciertas actitudes o definiciones que yo tenía que no me correspondían ocultando una esencia que gritaba por salir a flote. Después de haber comprendido comencé a idear mi propio acto con directrices que había encontrado en algunos textos del mismo Jodorowsky y de su hijo Cristobal en su libro “El collar del Tigre”, ambos me sirvieron de guía para crear mi propio acto.
Había que ser metódico y muy sensible frente a la situación, de esa forma la sabia creatividad y el rigor de domarse a si mismo y no caer frente a la tentación de mantenerse igual era vital, siempre hubo momentos en los que se me acercaba la cobardía para hacerme claudicar en mi anhelada misión. Creí y supe inmediatamente que el día de mi cumpleaños era el momento ideal para tal acto ayudándome a estar en un día significativo donde el nacimiento de algo nuevo sería asimilado por esta fecha. Desde esta base comenzaba ya a tener cierta coherencia que daba sustento al acto, luego comencé a crear apoyado en simbologías universales para el acto que debía tener a ambos padres en frente (cosa difícil porque están separados y hacía años que no se veían). Por un principio pensé en hacerlo por separado, primero mi madre y luego mi padre pero finalmente me di cuenta que era importantísimo que los tuviera a ambos juntos ya que de esa forma sería más completo y por otro lado el profundo deseo de ver a mis padres formaba parte de un deseo frustrado que su misma separación traumó mi infancia, por lo tanto decidí avisarles pero por separado sin que ellos supieran que se encontrarían, de lo contrario cabía la posibilidad de que uno de los dos (o ambos) se negara. Así comencé a crear en conjunto a las simbologías universales que el inconsciente acepta como reales, de esa forma consideré que usar una polera negra (negro, el inconsciente) con mi nombre impreso en el pecho era el primer paso, una tela blanca muy fina, tijeras, tres copas, una botella de vino tinto, , pintura dorada, ropa nueva, una cortadora de pelo, una cajita negra (simulando un pequeño ataúd), pintura roja, un macetero y tres flores (Lilium) eran los elementos que debía usar para este acto.
Así como consideré importante la fecha de mi cumpleaños también lo era que mis padres supieran a que se iban a enfrentar si que redacté una guía que especificaba paso a paso el acto, se los envié con un par de semanas de anticipación mientras yo conseguía los materiales y comenzaba a armarme de valor a medida que pasaba el tiempo. No fue fácil comenzar a interiorizar la idea de un cambio de nombre a pesar de que mis deseos eran enormes, pero aún así me vería enfrentado a la reacción (normal y evidente) de mucha gente que cuestionaría mi decisión y sin duda que así fue lo que desde un positivo punto de vista me ayudó a reafirmar mi decisión cada vez que me tocaba justificar mi cambio, siempre lo conté con orgullo y felicidad, como un hermoso acto liberador y transformador explicando punto por punto para que no quedaran dudas y así la gente no pensara que era una simple locura sino algo con bases solidas y efectivas.
Una semana antes del día de mi cumpleaños se me complicaron las cosas de forma interior, dormía mal, sudaba en las noches, tenía pesadillas y durante el día estaba temeroso y varias veces pensé en cancelar el acto. Sin duda mi ego veía cercana la posibilidad de una mutación y como bien sabemos el ego jamás querrá renunciar a su identidad, porque el ego es un niño testarudo y muchas veces, sobre todo cuando no es domado, un vil tirano. Llegó el día, como era de costumbre desde muy temprano comenzaban a llegar llamados por teléfono y mensajes saludándome por mi cumpleaños pero mi mente estaba en el acto, antes de recibir a mis padres (que venían por separado y no sabían que se encontrarían) medité un rato para intentar calmar mis emociones, sirvió pero no mucho, hasta ese momento mis practicas meditativas no eran tan consistentes, al rato claramente fui presa de las emociones. Primero llegó mi madre, algo curiosa y quizá un poco reacia a esta “locura” como suele llamarles, al rato llegó mi padre, notablemente nervioso pero más abierto a la experiencia y al encontrarse con mi madre sorprendidos se saludaron cosa que me maravilló ver sin duda, después de tantos años tener a mis padres en mi casa era una sensación indescriptible y no podía hacer más que dejarme llevar, el paso al vacío ya había sido dado, ahora había de dejarse caer.
No pude contener la emoción de tenerlos a ambos sentados juntos en mi sofá, mi corazón latía muy fuerte y mi garganta apretada no me dejaba expresar con soltura, de pié frente a ellos intenté explicarles lo que íbamos a realizar pero fui invadido por la emoción y me largué a llorar. Verlos frente a mi nuevamente después de tantos años era un sueño, si, el sueño del niño herido que en ese preciso momento lloraba frente a sus padres. Ese niño no pudo contenerse y se vio obligado a salir a flote, a expresar su dolor frente a sus padres y créanme fue maravilloso, liberador y gratificante llorar de esa forma, como un niño, con hipo, cual chavo del ocho. Tantos años reprimida esa emoción que necesitaba a sus padres frente a frente para lograr salir fue como una bomba de energía.
Libre de ese sentimiento guardado por tantos años me sentí capaz de hacer lo que estaba planeado, les expliqué con tranquilidad cada paso y ellos me escucharon atentamente. Se sentaron en el sofá y comencé.
Tenía la polera negra con mi nombre estampado en el pecho, la tomé con mis manos a la altura del pecho donde estaba el nombre y la rajé desde el centro dejando mi pecho descubierto, la abrí completamente y me la saqué. Tomé una tijera y recorté el nombre que había quedado partido a la mitad. Los dos trozos del nombre los quemé. Mientras veía que mi nombre se quemaba me sentí extraño, como si estuviera alegra y triste al mismo tiempo, algo sufría haciéndome llorar mientras lo veía pero al mismo tiempo estaba feliz por ya estar en pleno proceso. Luego de eso tomé las cenizas, las bañé en miel y lo coloqué dentro de la cajita negra que simulaba un ataúd. Luego tomé la tela blanca fina, me corté un dedo y dejé caer unas gotas de sangre en un frasco de pintura roja. Con esa pintura escribí mi nuevo nombre en la tela y me la pegué en mi pecho. Me desnudé y pedí a mis padres que me pintaran de dorado completamente, mi madre por el lado izquierdo y mi padre por el derecho mientras cada uno me bendecía el intelecto, las emociones, el sexo y el cuerpo completo. Mi madre muy tranquila y cariñosa me pintaba y mi padre muy emocionado lloraba. En ese momento nos abrazamos los tres y lloramos juntos. Luego de eso, recorté tres pedazos de la tela blanca con mi nombre y las coloqué en las tres copas con vino tinto. Brindamos y bebimos el vino para asimilar el nuevo nombre. Terminado eso fui al baño, me miré desnudo y completamente de dorado maravillándome con esa imagen, me duché y luego tomé la maquina de cortar pelo y me rapé completamente la cabeza, me vestí con la ropa nueva y finalmente tomé el pequeño ataúd que contenía las cenizas de mi antiguo nombre y lo sepulté en el macetero, tomamos cada uno un lilium y los plantamos sobre el ataúd. Así culminaba el acto, ya tranquilo me senté junto a ellos y conversamos un rato, desde ese momento en adelante comenzaron cambios importantes en mi, desde dejar mi antigua profesión que no me hacía feliz y comenzar un camino nuevo en todos los aspectos de mi vida. Al día siguiente los brotes de las flores se habían abierto mostrando sus hojas amarillas, al despertar por la mañana y verlas supe que lo que había hecho era lo correcto, me sentía libre pero sobre todo, realizado.

@Andreas_von






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